Un nuevo camino
En Banyoles - ciudad
de Cataluña enriquecida por la belleza y serenidad del agua de
su lago, abierta geográficamente a través del Pirineo hacia
otras fronteras -, el 13 de diciembre de 1897 nació una nueva esperanza
para nuestros días: Magdalena Aulina.
Una familia cristiana, la del matrimonio Narciso Aulina y Carmen Saurina,
veía enriquecido su hogar con el nacimiento de su sexta hija.
Con el paso de los años, las hermanas de Magdalena escogieron su propio camino:
dos hermanas se hicieron religiosas. También Magdalena, incansable
en su "darse" a los demás, quiso consagrarse a Jesucristo.
Pero su vocación estaba marcada por un camino particular de dedicación
al prójimo, con especial atención a los más necesitados.
Para realizar este don del Espíritu, que la animaba desde niña,
era necesario un horizonte sin fin, y espacios más amplios que
aquéllos que podía ofrecer una congregación religiosa
tradicional.
La intuición de Magdalena comenzó a tomar forma de consagración
secular; es decir, un abandono total a Cristo, pero vivido en medio
de la gente, compartiendo penas y alegrías, y haciéndose
amiga de todos, la consejera en cualquier tipo de problema.
El "darse" fue lo que le impulsó a servir a Cristo
en los hermanos, su carisma, y el camino que ella trazó para
un seguimiento fiel a Cristo y a su Evangelio.
De esta concepción suya, fruto de una llamada particular de Dios,
unida al amor y a la devoción a la Virgen María, nace,
en 1916, un nuevo camino desconocido en aquellos tiempos: la secularidad
consagrada en medio del mundo, para realizar la evangelización
en cualquier momento y sin fronteras, "a campo abierto", para
la gloria de Dios y bien de los hombres.
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